La trascendencia cultural que conlleva la Semana Santa de Cieza viene dada por la capacidad que tiene de congregar un mayor número de visitantes, sirviendo de gran proyección para la imagen de la ciudad. Es algo de lo que puede sentirse orgullosa porque los ciezanos han sabido mantener siempre la esencia y la raíz de lo que consideran muy suyo.

Eran las ocho y media de la noche cuando el estandarte de la Junta de Hermandades Pasionarias dio la señal de partida. La retransmisión en directo de la Procesión General para toda la Región de Murcia comenzaba a las diez de la noche a través de las cámaras del canal autonómico 7 Región de Murcia. Una ocasión perfecta para promocionar esa imagen de ciudad que aporta la Semana Santa.

Tras el pendón que aglutina a las dieciocho cofradías pasionarias de la ciudad, por la calle Cánovas del Castillo ya se vislumbraba a la Cofradía de la Samaritana con su imagen titular. Con ocasión del galardón Samaritano del Año, el presidente de la Asociación para la Plena Inclusión del Síndrome de Down y otras Discapacidades Intelectuales, Diego Aroca, tuvo la oportunidad de desfilar junto al paso.

Desde la calle Cartas se incorporaba al desfile, a la altura de la plaza Mayor y proveniente de la Casa Museo de la Cofradía de la Oración del Huerto y el Santo Sepulcro, el grupo escultórico La unción de Jesús en Betania, de Carmen Carrillo. Allí, de fondo, se dibujaban la fachada y la torre de la basílica de la Asunción.

Conforme avanzaba la procesión, los sentimientos se disparaban al paso de El Prendimiento (1968), de José Lozano; San Pedro, de Francisco Palma Burgo (1948); La Flagelación, de Juan González Moreno (1947) y La Coronación de Espinas (2009), del cordobés Francisco Romero Zafra. El esfuerzo de los anderos es manifiesto casi a cada paso por las estrechas calles del casco antiguo.

Tras la impactante imagen de la Cofradía de Jesús Nazareno se situaba el Tercio Romano del Santo Sepulcro, los populares “Armaos”, cuya arraigada tradición obliga a llevar el paso con marcialidad. Continúa la procesión con dos hermosas tallas: Ecce Homo, de la Cofradía de San Juan, y Santa Verónica, de la hermandad del mismo nombre.

Tras ellos, el Santísimo Cristo del Perdón atrapaba muchas miradas y alguna lágrima. Decenas de devotos alzaban las miradas a su paso. Desde sus balcones, los más afortunados pudieron alargar su mano y tocar el madero. También es frecuente ver a personas persignarse cuando pasa la sagrada imagen. Tras este trono, desfilaba el de la Hermandad de Santa María Magdalena, con la serena faz de su imagen titular.

Después la plaza Mayor se tiñó de rojo que identifica a la Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo. El inicio del cortejo exhalaba un intenso olor a incienso que siempre deja huella en el ambiente y en los sentidos y tiene a agarrarse a la memoria. Imposible concentrar mayor fervor y devoción.

La Procesión General la cerraba entre muestras de gran respeto la Santísima Virgen de los Dolores, obra de Juan González Moreno (1945). Y así, poco a poco, la gente se fue dispersando, formando corrillos en los que se alababa a las cofradías por el trabajo bien hecho. Y es que la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza cumplió este Miércoles Santo como siempre, como nunca.

 

Fuente: cieza.es

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